Nos encontramos en un momento tecnológico en el cual la escritura ha pasado a ser una parte fundamental de nuestras vidas, permitiéndonos desenvolvernos por el mundo. Tanto las generalizaciones de las redes sociales así como del Internet han facilitado democratizar la escritura con efectos contradictorios, llevando a un exceso de información y una mayor voz para los que no la tenían, escribiendo y contando información a menudo sesgada o directamente falsa.
Hoy en día, la sociedad dispone de una infinidad de documentos escritos imposibles de leer por una persona en una vida, pero, ¿Cuál es el primer documento escrito del que se tiene constancia? En 1929, un arqueólogo alemán llamado Julius Jordan descubrió una gran cantidad de tablas de arcilla en la ciudad de Uruk; tablas las cuales tras una exhaustiva investigación y análisis se concluyó que databan de hace 5.000 años, convirtiéndose en los textos más antiguos de la historia. Al mismo tiempo que expertos de todo el mundo intentaban descifrar su contenido, durante el siglo XX se fueron encontrando más tablillas, así como objetos con inscripciones.
Posteriormente se descubrió que, no eran simplemente signos abstractos, sino que hacían referencia tanto a los bienes como los objetos que los acompañaban o habían acompañado, sirviendo para contabilizar y registrar el movimiento de mercancía tales como ovejas, madera o especias. Por tanto, en contra de lo que uno pudiera pensar al hablar del primer texto existente y que trate de textos de filosofía, religión o política, en realidad se limitaban a meras transacciones, contratos y la contabilización de bienes.
La ciudad de Uruk, durante el III Milenio antes de Cristo, era una ciudad desarrollada con miles de habitantes y un avanzado comercio que obligó a desarrollar y sosfisticar los sistemas de escritura, siendo buen ejemplo de ello las bullas de Mesopotamia, un envase sellado de arcilla en el cual también se introducian piezas de arcilla. Todo era la simbolización de un contrato, dado que en Uruk la mayoría de las transacciones financieras estaban basadas en contratos escritos.
A medida que avanzó el comercio, el conteo también se fue sofisticando, donde pasó de escribir un símbolo por cada unidad, a agrupar en símbolos las unidades para hacer frente a cantidades más abultadas. Si bien no llegó a la complejidad del sistema numérico, fue capaz de enumerar grandes cantidades de un producto, deudas o costes, descubriendo así cómo el ser humano resolvió en su día aquellos problemas por los que seguimos pasando en la actualidad.