Durante el día, diversas situaciones dan lugar en nosotros, una multitud de respuestas y emociones, las cuales, por lo general, no podemos, ni sabemos, controlar en su totalidad dadas las múltiples situaciones en nuestro entorno, tales como un bebé que llora incontrolablemente, fuertes ruidos, o un tráfico infernal. Así pues, tampoco nos es posible evitar que nos vengan sentimientos negativos, tales como ansiedad, tristeza, miedo o furia. Encontrarnos en una situación delicada, como los momentos previos a un examen importante, puede aumentar nuestra ansiedad, pudiendo incluso desencadenar nuestro enfado con las personas que queremos. No obstante, si hay algo sobre lo que podemos tener cierto nivel de control, es lo que hacemos con lo que sentimos.
Es de vital importancia aclarar las emociones, independientemente de si son positivas o negativas, ya que a pesar de la creencia popular, debemos aceptar ambas emociones, ya que ambas son válidas e inevitables. Lo que importa es lo que hacemos con dichas emociones y cómo las gestionamos.
Debemos recordar que nuestras emociones nos ofrecen pistas e indicios sobre lo que ocurre en nuestro entorno, por lo que adquiere el tinte valorativo son aquellas acciones que realizamos a partir de nuestras emociones. Así pues a la conciencia y gobierno de lo que generan las emociones es denominado como la gestión de las emociones, la cual intenta garantizar una correcta relación con lo demás así como nuestro bienestar, siendo importante educarla y revisarla constantemente.
A través de una correcta gestión de nuestras emociones, nos es posible evitar aquellos enfrentamientos y conflictos innecesarios, facilitando la expresión de nuestras emociones, así como la generación de empatía con las personas de nuestro entorno, lo cual nos facilita y nos ayuda a orientarnos hacia nuestros objetivos, permitiéndonos aprender de los errores propios y ajenos durante el proceso.
En el proceso de la gestión de las emociones, tanto la reflexión como la pausa, son los mejores aliados para poder comprender y reconocer tanto nuestras emociones como los estímulos que los provocan. Así pues, es necesario evitar una lectura superficial tanto de nuestras emociones como la de los demás, siempre sin subestimar la necesidad del acompañamiento psicológico.
A pesar de lo difícil que esto pueda parecer, no es necesario realizar individualmente este proceso de identificación y aceptación de las emociones. Desde Oniversity te ofrecemos varios cursos de desarrollo personal a través de los cuales dispondrás de todo el material y ayuda profesional para evolucionar y desarrollar tu inteligencia emocional.
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