Las emociones positivas son una parte importante del ciclo de nuestra vida humana. Desde que nacemos hasta que envejecemos, experimentamos una amplia gama de emociones positivas, como la alegría, la gratitud, el amor y la empatía.
En la infancia, las emociones positivas son esenciales para nuestro desarrollo emocional y social. La alegría que experimentamos al jugar con nuestros amigos o al recibir un regalo nos ayuda a sentirnos felices y conectados con los demás. La gratitud que sentimos cuando alguien nos muestra amabilidad o nos ayuda en un momento de necesidad nos ayuda a valorar lo que tenemos y a desarrollar una actitud positiva hacia la vida.
A medida que crecemos, las emociones positivas siguen siendo una parte importante de nuestra vida. El amor que sentimos por nuestra pareja, nuestros hijos y nuestros amigos nos ayuda a establecer relaciones fuertes y significativas, y nos da un sentido de pertenencia y propósito. La empatía que sentimos cuando alguien nos comprende o nos brinda apoyo nos hace sentir comprendidos y nos ayuda a conectar con los demás de una manera profunda y auténtica.
En la vejez, las emociones positivas siguen siendo una parte importante de nuestra vida. La alegría que sentimos cuando estamos rodeados de nuestros seres queridos o cuando logramos algo que nos importa nos ayuda a sentirnos felices y a disfrutar de la vida. La gratitud que sentimos cuando alguien nos ayuda o nos muestra apoyo, nos ayuda a ver el lado positivo de las cosas en una etapa que puede ser difícil para cualquier persona.
Las modalidades de emociones positivas pueden variar a lo largo del ciclo de nuestra vida humana, pero eso no le resta o aporta importancia dependiendo de la etapa en la que nos encontremos.
Las emociones positivas son una parte integral de nuestra vida humana. Tener una actitud positiva y experimentar emociones como la alegría, el amor y la gratitud puede mejorar nuestra salud física y mental independientemente de nuestra edad, así como nuestras relaciones y nuestro rendimiento en el trabajo y en la escuela. Nos ayuda a afrontar situaciones difíciles con más resiliencia y a mantener una actitud optimista, además de aumentar nuestro bienestar y nuestra felicidad, lo que puede mejorar nuestra calidad de vida.
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